Vertía sobre sucios papelillos
escasos esbozos de agonías silenciosas
redescubriendo añejos vocablos olvidados
a traspié convulso garrapateando versos
en exánime y coloquial silabario
solitario.
Vencía las fauces de sus fieras palabras
duras como bestias en frenético asecho
regándolas con dulzura de frescos aromales
escribiendo, borrando, reescribiendo
ensimismado y febril
su atiborrado palimpsesto.
Quería ser mar gigante
cuando apenas húmeda brisa
entonar canciones fantasiosas
dibujar sueños amantes
y como adolescente detener
con unos pocos besos
el amado aliento.
Con unos pocos versos, la vida
pero estaba viejo y no sabía
que con la muerte de cada letra
su palimpsesto también moría.