Odio a Pablo no a Neftalí Odio al Poeta con el cual resueno con el cual vibro cual cuenco de cuarzo débilmente excitado por el bastón de madera que arranca sus dulces sonidos esos que se multiplican en el silencio de mi corazón. Y es que cada vez que cojo un libro y descubro un verso este me inunda de tal manera que olvido quien soy y me lleva alucinando arremetiendo contra los cristales de sus ojos, buscando el sendero que caminaron sus pasos y el beso que besaron sus labios los de adolescente en Crepusculario los de cautivos corazones en españa los del encriptado ser en Machu Pichu los de sus mujeres de seda y sus mascarones de proa en Isla Negra. Es que amo sus dioses como míos es que me encamino sobre sus pasos para sentirle y esta tarde frente a mis ojos la armonía la exaltación la finura de un silencio que a gritos derrama sus recuerdos sobre mí... y me conecto al poeta a Pablo desde las cenizas hacia el universo. Aquí las horas del crepúsculo se lamentan y yo te escribo y te amo desde el silencio de la cordillera donde de alguna manera las sombras desdibujan recuerdos y palabras hojas y letras escondidas en el recuerdo del poeta y las bendice y las puebla. Y me dicen:Desde aquí te hablo desde la sórdida esperanza a la audaz primavera desde el canto dormido de los niños al eco profundo de la tierra para que no haya olvido para que me entiendas porque todo lo que me pertenece te pertenece y hemos de llegar juntos en una palabra o en una voz a las estrellas.