Electrónica


Imágenes blanquecinas
como pálidas flores de un otoño sin hojas
languidecen entornadas en almenares electrónicos
pacientes de espera silenciosa, girando unidas
a 7200 revoluciones por segundo.

¿Quien diría que son recuerdos?
¿Qué saben las máquinas de memoriales humanos?

De sus laboriosas agujas penden en tropel
millones de ciberneticas telarañas
pobladas de recuerdos no escritos, programados
a solo un paso de caer y diseminarse en la nada
perdiéndose para siempre en el frío y atómico lugar
que no existió salvo en la cibernética estancia
intermedia entre una CPU y sus bancos de memoria.

Universos aleatorios, alterados
con humanos macilentos como imágenes
abandonandose capa a capa sobre la matriz
ilusoria de un programa editor de sueños
blandiendo sus caretas hasta cambiarlas
y trocarlas en sueños sin vida, como semillas flotantes
sin destino, sin consistencia y sin amor.

No podemos depender, humanos
no debemos depender, hermanos
de las máquinas que aglomeran vida
sin sustancia, que lideran sueños
de arrogancia y apócrifa alegría.

Imágenes blanquecinas
como pálidas flores de un otoño sin hojas
nos abordan y consuelan
nos vigilan y limitan
las pantallas.